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lunes, 16 de febrero de 2009

¿Y si el problema fuese Madrid?

Ese Madrid que muy poco o nada tiene que ver con su ciudadanía de a pie

El escándalo político mayúsculo que supone la vergonzosa trama de espionaje al entorno de personajes y personajillos del PP madrileño ha puesto al descubierto que es precisamente ese mundillo capitalino uno de los problemas más graves que aquejan a nuestro sistema democrático.

¡Menudo escándalo político y mediático se hubiese armado si lo hasta ahora conocido de este tan turbio asunto hubiese sucedido en cualquier otra comunidad autónoma española! ¡Qué habrían dicho y escrito los más afamados articulistas, contertulios y opinadores si hubiera ocurrido un caso similar no ya en Cataluña o en el País Vasco sino en Andalucía o en Extremadura, en Aragón o en Asturias, por mentar sólo algunas comunidades autónomas!

Fuente: El Plural

Cualquier Estado centralista, y España lo ha sido al máximo durante bastantes siglos, suele dar origen a una capital en la que la concentración del poder político, económico, institucional, cultural y mediático adquiere características muy especiales, que llega a convertirse en una suerte de universo propio, endogámico y poco menos que autista, que pretende imponer su propia y singular visión del mundo al conjunto del país.

El desconocimiento que hay en gran parte del cogollito madrileño de la profunda complejidad de una sociedad tan diversa y plural como es la España de hoy tiene sus raíces en ese centralismo histórico, que aún no ha conseguido hacer desaparecer la implantación de nuestro actual Estado de las Autonomías.

La política específicamente madrileña, esa que ha dado escándalos tan sonados como el “tamayazo” gracias al cual Esperanza Aguirre accedió a la Presidencia de la Comunidad de Madrid o como el de la actual trama de espionaje interno en el PP, es una de las peores lacras de la vida política española.

Al final acabará resultando que el problema real de la política española está en Madrid, en ese Madrid que muy poco o nada tiene que ver con su ciudadanía de a pie, en ese Madrid que pretende seguir imponiendo al conjunto de España su propia e intransferible manera de entender a España, en ese Madrid en donde muchas cosas son ya las que huelen a podrido.

Jordi García-Soler es periodista y analista político

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