Funcionarios: los cuatro jinetes del Apocalipsis
El pasado día 5 en la Asamblea de Madrid a la pregunta de PSOE e IU sobre si consideraba que el trabajo público es un factor de calidad y estabilidad en el conjunto del empleo. La respuesta de Aguirre fue: "No" a lo que añadió que "si todos los españoles fueran funcionarios, habría colas, escasez, hambre, miseria y corrupción".
Conocemos la capacidad del PP (y en especial del madrileño) para el fino análisis y la ponderación de argumentos; capacidad del que es máxima exponente la Señora Aguirre. Hoy les vamos a mandar deberes para casa. Una redacción con uno de los siguientes títulos:¿Y si todos fueran constructores? ¿y si todas fuéramos condesas? ¿y si todos fuéramos espías? ¿y si no me hubieran enchufado en el Ministerio de Cultura?
Al hilo, si quieres leer el artículo "Defendiendo a los funcionarios" de César Gavela, publicado en La Vanguardia de Valencia el 08.02.09, haz clic en leer más.
DEFENDIENDO A LOS FUNCIONARIOS.
Siempre que azota la crisis económica, siempre que los muy ricos empiezan a ganar menos dinero que antes, aparece un grupo de señores de mando o de muy alta obediencia que arremeten contra los empleados públicos.
El discurso es el mismo: sobran funcionarios. Y de ahí hay sólo un paso para considerar no productiva la función pública. Cuando no parasitaria, decimonónica, ridícula, ineficaz. Los funcionarios se convierten en carne de cañón en el discurso neoliberal, tan desprestigiado él (y para siempre, sospecho, tras la actual catástrofe financiera universal). Los funcionarios pasan a ser, además, muy privilegiados: personas que tienen un puesto de trabajo fijo. "Menuda suerte" dicen por ahí tantos de los que ganan mucho más que los funcionarios y que, muy probablemente, tributan menos a Hacienda que ellos.
Porque los empleados públicos tienen hasta su último céntimo controlado por el Fisco, lo que está muy bien, sin duda; es algo democrático y deseable. Pero igualmente lo sería que tantos ciudadanos que saben mucho de dinero negro pagaran hasta el último céntimo de los euros que ingresan. Para que todos, efectivamente, pagáramos menos. O lo mismo, y entonces habría más dinero en poder del Estado, y menos nervios ahora que todo parece que se derrumba.
Cuentan esas gentes del poder económico -y muchas otras a pie de calle-, que sobran funcionarios. Pero no sobran. Y unos y otros dicen "funcionarios" en tono despectivo. Porque la palabra es algo tristona, sí. Pero olvidan que en esos tres millones de empleados públicos que dicen que hay en España, el 90% son médicos, enfermeros, maestros, profesores, bomberos, policías, militares, guardias civiles, auxiliares de clínica, carteros, ordenanzas... ¿Sobran muchas de estas personas? ¿Quién es el descerebrado que lo sostiene?
Porque sucede justo lo contrario: hacen falta más empleados públicos. Entre otras razones porque España ha aumentado en cinco millones de habitantes en lo que va de milenio, y eso implica un 12% más de carga en la labor que el sector sanitario, docente y de los servicios sociales públicos llevan a cabo. Faltan funcionarios: su número no ha crecido en esa proporción tan intensa. Y el que no se lo crea, que compare la ratio de funcionario por habitante de España con la de Francia y muchos otros países europeos. Sólo en los estados más pobres del continente, el porcentaje de empleados públicos es menor.
Cuanto más rica, justa y democrática es una sociedad, más funcionarios tiene. Porque más protagonismo adquiere la acción pública. La del Estado, que tanto nos conviene a todos. El benemérito Estado, que tanto aborrecían los liberales que han arruinado el mundo, y en cuya solidez se amparan ahora. El Estado, que en España conforman la Administración Central, la Autonómica y la Local. Tan Estado es el ayuntamiento de Chiva como el ministerio de Defensa o la lehendakaritza.
Pero los necios no quieren entender esas razones. Y hasta se atreven a ofrecer estadísticas que muestran que cuando murió Franco, en aquella oscura España clasista y liberticida, había muchos menos funcionarios que ahora. ¿Pero qué servicios médicos había entonces, qué docencia pública, qué hospitales? Los había, e iban mejorando; pero compararlos con la actual red de asistencia pública es una broma. Y para atender esa demanda creciente de los ciudadanos hacen falta muchos funcionarios.
Muchos médicos, muchos maestros, sí. Pero también hacen falta esos empleados que tramitan expedientes. Que gestionan la Hacienda Pública o la Seguridad Social, que tan notablemente funcionan, por cierto. Personas que han ganado su plaza estudiando, esforzándose. Ellos no han alcanzado esa condición con la facilidad con la que otros se han podido colocar en las empresas, en los negocios familiares. No han tenido esa oportunidad. O han preferido la independencia y la seguridad que la función pública favorece.
Los funcionarios no buscan una vida de grandes lujos y emociones. Están en su derecho. Ellos viven de sueldos reglamentados, que llevan veinte años perdiendo poder adquisitivo. Como si tuvieran que pagar un precio adicional por la gran prerrogativa de ser fijos.
La función pública está abierta a los ciudadanos. El acceso es libre, las pruebas se basan en la igualdad, el mérito y la capacidad. Ciertamente, todas esas personas que ganan tanto dinero cuando la economía va bien, podrían optar por la función pública. Pero no lo hacen. Ellos prefieren las mieles, medios y posibilidades del ámbito privado, y es una gran decisión. Pero si ahora las cosas les van mal, y ojalá que dure poco esta catástrofe, no deben descargar su estrés y sus impagos contra quienes sostienen el día a día de un estado democrático y social de derecho que no deja de asumir servicios y de mejorar sus prestaciones.
Los empleados públicos, por lo general, no quieren ser empleados privados; y tienen todo su derecho. Porque es muy legítimo y honorable ganarse la vida defendiendo los intereses de todos.
César Gavela, La Vanguardia de Valencia el 08.02.09
Enhorabuena al artículo de César Gavela. Se puede decir más alto pero no más claro. Propongo que se remita a EsperanZita como libro de cabecera para no se confunda: "funcionariado" no es "fundicionariado", aunque ella esté empeñada en llevar a todos los empleados públicos a los altos hornos.
ResponderEliminarFelicitaciones de nuevo.
Un saludo desde el blog de "educacionyorientaciondecalidad"
Agradezco profundamente a la página y al periodista el artículo sobre los funcionarios. Yo lo soy, de la enseñanza, y a mucha honra. Vivo en Madrid, paraiso de la poca verguenza del gobierno regional y me indigna ver el deterioro de mi trabajo por la falta de juicio y el exceso de amor a la ganancia de esta gente del PP, marquesa a la cabeza. Me levanto por las mañanas y me cuesta llevar con alegria mi labor porque cada día recibo la noticia de una tropelia privatizadora de estas gentes. Me cuesta tragarme la bilis y seguir atendiendo a la población, que con sus impuestos me paga, y tambien me cuesta tragarme la angustia de ver como merman los dineros en las escuelas públicas, infantiles o de las demás. ¡Hay que descabalgarlos del poder! ¡hay que denunciar sus continuas irregularidades y estrategias de destrozo de lo público!
ResponderEliminarSe puede decir más alto pero no más claro. Felicitaciones a Cesar Gavela por su artículo. Propongo remitirlo a doña Esperanzita y sus secuaces para que lo tengan como libro de cabecera. Tal vez así no confunda "funcionariad" con "fundicionariado" y se le quiten las ganas de intentar tirar a los altos hornos a todos los empleados públicos.
ResponderEliminarUn saludo desde el blog amigo educaciónyorientaciónde calidad.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Ya está bien de tanta insistencia neoliberal en que sobran funcionarios es muy lamentable. No creo que sobren funcionarios en ninguna Administración, lo que faltan son servicios públicos, especialmente en las Comunidades gobernadas por el PP, en las que la sanidad, y sobre todo la educación pública, quieren dejarlas a un nivel meramente asistencial.Quizá lo que necesiten algunas Administraciones en lugares muy concretos es una redistribución de efectivos. Tampoco hay que olvidar que los empleados públicos (ya sean funcionarios o laborales) de los Grupos más bajos son la inmensa mayoría y en algunos casos ni siquiera llegan a un sueldo mileurista, en contra de lo que algunos quieren hacernos creer. Lo que sobran son los políticos corruptos, da igual del partido que sean
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