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lunes, 10 de junio de 2013

¿Excelencia? A propósito del bachillerato


Una de las medidas propagandísticas y absurdas de la Consejería de Educación en su idea de clasificar al alumnado fue la creación del bachillerato "llamado de excelencia".

Para entrar en ese bachillerato los alumnos debían "acreditar haber concurrido a las pruebas de los premios extraordinarios de Educación Secundaria Obligatoria de la Comunidad de Madrid. En el caso de no haber podido concurrir a las citadas pruebas, deberán acreditar haber obtenido en las materias de Lengua Castellana y Literatura, primera Lengua Extranjera, Ciencias Sociales, Geografía e Historia y Matemáticas de cuarto de la Educación Secundaria Obligtoria una nota media igual o superior a 8."

Así que resultaba sorprendente oír a Ignacio González (el presidente regional) presumir de que estos alumnos habían sacado una media de 8. Pues si es una media de 8 tampoco es para tirar cohetes. Según la información del desgobierno regional, de los 85 alumnos 23 habían sacado más de un 8,75 de media (ni siquiera matrícula de honor). Esto es 62 (cerca de un 75%) sacaron menos.

En ese acto hablaba una alumna diciendo que se llevaban bien y que no competían entre ellos. Felicidades. Pero las críticas no van por ahí, sino sobre si el modelo se basa en descremar por arriba a unos pocos o empujar por abajo a todos. Los mejores países apuestan por lo segundo. La consejería confunde excelencia con exigencia, aprendizaje con memorización, que no es lo mismo ni por asomo.

Dos reputados liberales de Fedea (Garicano y Fernández Villaverde) escribían hace poco en El País:
"Nuestro sistema educativo, desde la primaria a la universidad, ha estado basado históricamente en la repetición memorística, en el conformismo intelectual y en el sonreír al profesor de turno. Nuestros gobernantes son mayormente opositores, es decir, expertos casi perfectos de este sistema.

Nuestra hipótesis es que nuestro sistema educativo selecciona no a aquellas personas más innovadoras y creativas, sino a aquellas otras inherentemente más conformistas con el sistema, más conservadoras en el sentido de no querer cambiar nada, más reacias a intentar nada nuevo."
Será lo único con lo que estemos de acuerdo con Fedea, pero lo estamos.

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