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jueves, 20 de junio de 2013

La maldición de nacer en diciembre. Antonio Cabrales y Florentino Felgueroso

(cuando gobierna la educación la madrastra de Blancanieves)


"Un resultado muy conocido en la literatura académica, que comienza a ser popular entre el público en general, es que los niños más jóvenes en cada curso académico tienen en media peores notas en los exámenes que miden habilidades cognitivas. La evidencia internacional indica que esta desventaja, aún reduciéndose con el paso del tiempo, persiste y acaba convirtiéndose en un factor del abandono escolar, y de las decisiones de participación en la educación superior. Hoy analizaremos este problema y nos preguntaremos si se puede hacer algo para corregirlo."

Así comienza un interesantísimo post publicado en el blog de fedea que os invitamos a leer (aunque tratándose de fedea los comentarios no son tan recomendables) y que plantea reflexiones clave:
Una alternativa para hacer frente al efecto del mes de nacimiento sería una mayor flexibilidad en la edad de entrada en el sistema escolar. En Alemania, por ejemplo, Puhani y Weber muestran que los niños que empiezan la primaria a la edad de 7 años en lugar de a los 6 años, obtienen mejores resultados en lectura al final de la educación primaria (10 años) y también acaban prolongando más sus estudios secundarios. 
Las evaluaciones que se realizan en el mismo momento para todos los niños de la clase tendrán efectos perversos. Por tanto, una política que podría resolver el efecto del mes de nacimiento es flexibilizar los exámenes. Por ejemplo, normalizando sus resultados por edades de tal forma que cada estudiante sea comparado con los de su edad. Este método garantizaría que los alumnos fueran evaluados en base a sus habilidades reales, más que en base a la lotería de haber nacido en uno u otro mes. Esto es relativamente importante en los exámenes del tipo reválida, cuyos resultados determinan quién puede continuar y por qué tipo de itinerario.

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