martes, 14 de abril de 2009

La educación infantil de 0 a 3 años. Una etapa decisiva. Daniel Vila.

Artículo aparecido en la revista Muface nº 214. Marzo-Mayo 2009

Interesante artículo que cuenta con las opiniones de Carmina Ferrero (Junta de Portavoces), Alfredo Hoyuelos, Paloma Sainz de Vicuña e Irene Balaguer (Rosa Sensat y revista Infancia)

La Ley Orgánica de Educación (LOE) se refiere a ella como a una etapa con entidad propia, de carácter voluntario y cuya finalidad es “contribuir al desarrollo físico, afectivo, social e intelectual de los niños”.

El ciclo de 0 a 3 años no es sólo el primer tramo de la escolaridad, es también el momento de jugar, de aprender a andar, a hablar, de familiarizarse con el movimiento y control corporal, de descubrir los objetos, el entorno, la autonomía personal y la vida en relación con otros niños. Es una etapa clave para su posterior desarrollo, tanto en lo que respecta a su futuro rendimiento académico como a su sociabilidad.


La Educación Infantil es una parte de la escolarización que atiende progresivamente a la afectividad, al movimiento y a los hábitos de control, a las primeras manifestaciones del lenguaje, a las pautas incipientes de convivencia y relación social, además de propiciar el descubrimiento de las características físicas y sociales del medio en el que comienza a crecer el niño. De acuerdo con los datos del curso 2007-2008, se encuentran escolarizados en el periodo 0-3 años unos 275.000 niños y niñas, lo que representa cerca del 20% de los escolares de estas edades.

“Por educación en el ciclo 0-3 entendemos todo: con el niño pequeño todo lo que se hace es educativo. La alimentación, el sueño, el cambio de pañales o control de esfínteres; la adquisición de hábitos, aprender a andar, a hablar, la relación con los adultos, rutinas, etc., todo ha de hacerse con intencionalidad educativa”. Lo dice Carmen Ferrero, directora durante muchos años de la Escuela Infantil-Casa de los Niños de Getafe y actual presidenta de la Asociación Junta de Portavoces de Educación Infantil 0-6. “Por eso –asegura esta profesora, que fue diputada en la Asamblea de Madrid– es responsabilidad de las escuelas infantiles asegurar que todo el tiempo que pasan en el centro los niños y niñas sea igualmente educativo, que el entorno que se le ofrezca sea estimulante, que los espacios y los materiales respondan a sus necesidades. Que tengan siempre como referencia a un profesional bien formado que acompañe su desarrollo”.

Éste es un ciclo pedagógico,
que busca el desarrollo del niño
y el progreso de sus capacidades
Fragmentación
Son muchos los profesionales del sector que abogan por la no fragmentación de los ciclos 0-3 y 3-6 años. Alfredo Hoyuelos, responsable de los Talleres de las Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona, considera muy importante que toda la Educación Infantil tenga una identidad propia en cuanto a organización, objetivos e intencionalidad educativa. Objetivo: evitar la aplicación de programas de etapas educativas posteriores, pues ni su metodología se ajusta a las características evolutivas propias del ciclo, ni responde a sus necesidades educativas. Según dice “la realidad escolar de la mayoría de centros en las distintas CC.AA, sin embargo, no avala –en la práctica– esta idea. El ciclo 3-6 está fagocitado por la organización de tiempos, espacios, formas curriculares y didácticas de una escuela primaria”.

Además, cree que la aparición de las aulas de dos años (e incluso de un año), legitimadas por la LOE, están llevando a una desacertada fragmentación del ciclo 0-3 años. Esto hace que muchos niños y niñas permanezcan en este tipo de centros un año o como máximo dos. De esta manera, es imposible dar continuidad y estabilidad a proyectos educativos”, señala este especialista, gran conocedor de los planteamientos educativos de las escuelas de Reggio Emilia (Italia) y de las tesis del pedagogo Loris Malaguzzi.

Carmen Ferrero ahonda sobre esta cuestión, pues cree que el ciclo tiene muchos problemas como consecuencia de su regulación, ya que la competencia de legislar este tramo es de las CC.AA., mientras que el segundo ciclo corresponde al Ministerio de Educación. “Esta ruptura no está justificada desde la pedagogía ni desde el desarrollo integral del niño. La etapa es global y esta división hace que pierda la identidad y las características que le son propias. Además cada Comunidad Autónoma legisla el 0-3 según su sensibilidad e intereses, por lo que en la práctica hay 17 decretos de requisitos mínimos diferentes que, en algunos casos, como el de la Comunidad de Madrid, ha aprovechado para rebajar la calidad de las Escuelas Infantiles y Casas de Niños aumentando las ratios aula-profesor, disminuyendo el número de profesionales y los espacios”.

Lo cierto es que con gran parte de la escolaridad cubierta en el periodo 3-6 años, el Gobierno y las CC.AA están decididos a dar el espaldarazo definitivo a la etapa previa por medio del Plan Educa3. Para la titular de Educación, Política Social y Deporte, Mercedes Cabrera, la finalidad es “atender la necesidad de las familias de conciliar la vida personal y laboral y responder a la creciente demanda para escolarizar a niños a edades tempranas”.

Y todo ello en un periodo escolar que durante años se ha debatido entre lo pedagógico y lo asistencial. Paloma Sainz de Vicuña, jefa del Departamento de Servicios Socioculturales del IES “Príncipe Felipe”, de Madrid, cree que ya se ha superado esa dicotomía. “Este ciclo es pedagógico porque persigue el desarrollo del niño, el progreso de sus capacidades, toda la intervención educativa es intencionada y responde a esta finalidad. Los centros se rigen por su proyecto educativo y los profesionales están formados adecuadamente”.

En su opinión, los centros saben que cumplen una función social, de apoyo a las familias en la crianza y educación de sus hijos, así como en sus necesidades de conciliación de la vida laboral y familiar, pero este asunto es complementario y nunca debe menoscabar el enfoque educativo. “Cuando estos aspectos entran en contradicción –por ejemplo, un tiempo excesivo del niño diariamente en la escuela–, los educadores lo tiene claro: el interés superior del niño”, aclara Sainz de Vicuña.

Los expertos advierten que estos años son cruciales en el futuro desarrollo del niño y tienen una gran complejidad “por lo que no es fácil hablar de contenidos tal y como se entiende en otras etapas”, dice Ferrero. “Cada niño es único, tiene sus ritmos, sus necesidades, observarlo es fundamental para responder a sus demandas, no verbalizadas muchas veces; saber cómo estimularle –sin pasarse en ningún momento–, pensar y planificar qué necesita y qué le vamos a ofrecer para que lo consiga. Valorar y reflexionar sobre los logros y retrocesos ha de ser la actitud de los profesionales, sabiendo que en estos años sentarse, gatear, iniciar la marcha, el lenguaje, los hábitos, rutinas, los límites…, son hitos importantes en el desarrollo”.

Autonomía personal
En la etapa 0-3 se trabaja todo lo relacionado con el movimiento y el control corporal, la vida en relación con otros niños y la autonomía personal. “Las actividades deben basarse en lo manipulativo, experiencial, sensorial, activo...”, recuerda la profesora Sainz de Vicuña. “Actividades que resulten interesantes y motivadoras, que le supongan un reto, un nuevo aprendizaje, una aventura. Que puedan realizarse de manera individual o en pequeño grupo, sólo a veces en gran grupo, permitiendo una atención individualizada del adulto”.

En el ámbito educativo de los más pequeños el juego tiene también una importancia trascendental. Ferrero considera que “el juego cooperativo, los cuentos, la investigación-experimentación, la música, el teatro y todo tipo de expresión plástica, forman parte de la actividad diaria en la Escuela Infantil”.

Sobre este particular Alfredo Hoyuelos hace algunas precisiones: por un lado, “el currículo escolar de la educación infantil está robando en un 90% el tiempo de juego para los niños, algo que las criaturas necesitan vitalmente para crecer y construir su cultura”; por otro, “con la excusa de que el niño sólo aprende jugando, algunos profesionales y muchas editoriales y empresas han inventado los malditos juegos y juguetes didácticos que, desnaturalizando el auténtico concepto de lo lúdico, tratan de enseñar algunos objetivos didácticos marcados de antemano. Y el mercado neoliberal se ha llenado de materiales para enseñar números, letras, creatividad, asociaciones, seriaciones...”.

Por ello, este especialista –que desde septiembre trabaja en una nueva experiencia de inspiración reggiana en el Ayuntamiento de Berriozar (Navarra)– aboga por “una escuela habitable que contenga diversos escenarios de juego” y por promover situaciones “para que los niños puedan jugar y se liberen de las ataduras de las programaciones y del control adulto”.

El juego, el descubrimiento
y la manipulación
son elementos clave a estas edades

“En el primer ciclo, los niños deberían jugar todo el tiempo. Cuanto más jueguen, más ganas tendrán de aprender cosas serias en el futuro”, apunta Sainz de Vicuña, quien considera que los educadores deben preparar a conciencia esta faceta, es decir, estudiar bien el espacio y los materiales, dentro y fuera del aula, y crear un ambiente de confianza en el niño, “para que se sienta seguro y se atreva a investigar, manipular, experimentar, relacionarse con sus iguales, pedir ayuda si es necesario y recrearse en las actividades que va emprendiendo”.

Según dice, las diferentes zonas o rincones de juego pueden permitir la elección por parte del niño, los pequeños agrupamientos, y realizar así el juego motor, el manipulativo, de construcciones, o el simbólico en sus diferentes variedades (casita, garaje, oficios, disfraces, teatrillo, etc.). “Como decían los precursores de la Educación Infantil y pedagogos de la Escuela Nueva: los educadores acompañan al niño en su descubrimiento del mundo, les facilitan las experiencias, organizan el ambiente de aprendizaje y les dejan actuar por sí mismos”.

La labor de los padres
Los profesionales del sector también hacen hincapié en el papel relevante que desempeñan las familias. “Debe ser un papel de integración en la tarea educativa, padres y escuela han de tener un diálogo permanente, son portadores y receptores –ambos– de información”, explica Ferrero, ya que el niño necesita coherencia entre ambos, tener los mismos límites en lo fundamental desde la escuela y la familia. La escuela como institución ha de facilitar y favorecer esta colaboración. “Que los padres puedan pasar a las aulas en las que están sus hijos, hablar con sus educadores, participar en las fiestas, salidas al teatro, conciertos, carnavales, al campo, etc., es garantía de éxito y bienestar para los niños y su desarrollo integral”.

En este sentido, Hoyuelos reflexiona sobre lo que en múltiples ocasiones ha repetido Loris Malaguzzi: “Que la educación sólo existe si hay un proyecto conjunto y compartido con las familias”. Y advierte: “Sólo los proyectos que han conseguido hacer participar activamente a los padres y las madres, generando una especial sensibilidad educativa en la familia, han conseguido ofertar un adecuado desarrollo, sostenible a largo plazo, para el niño o la niña”.

Profesionales cualificados

La reunión de los ministros de Educación de la UE que tuvo lugar en marzo de 2007 en Heidelberg (Alemania) puso de relieve la particular importancia que debe darse a “la calidad de la formación de los educadores de la primera infancia, así como al desarrollo de currículos”, además de destacar la necesidad de “ofrecer centros educativos infantiles con personal y financiación adecuados”, según el comunicado final del encuentro.

Para Alfredo Hoyuelos, “trabajar en educación infantil exige profesionales adecuadamente preparados y, por lo tanto, titulados. Esto es algo vital para asegurar una experiencia educativa de calidad para niños y niñas”. En opinión de este seguidor del proyecto educativo reggiano, “no es suficiente, ni mucho menos, el conocimiento intuitivo para ser competentes profesionales de la Escuela Infantil. Diseñar y regular adecuados contextos óptimos de aprendizaje, saber reconocer las características de cada alumno o alumna, observar adecuadamente, respetar los ritmos de aprendizaje de cada sujeto requiere una capacitación previa insoslayable”.

¿Qué formación deben acreditar estos profesionales? Carmen Ferrero cree que “lo óptimo es que sean maestros especialistas en Educación Infantil, el 0-3 es tan importante como el 3-6 o Primaria, tiene además un mayor nivel de complejidad. Como mínimo deben tener el título de Técnico Superior en Educación Infantil y de ahí no se puede bajar”.

Paloma Sainz de Vicuña considera que el actual ciclo superior de Educación Infantil de Formación Profesional consigue unos profesionales bien orientados hacia este primer ciclo y con una formación enfocada al trabajo práctico con los más pequeños; aunque piensa que las universidades, en su actual proceso de transformación al Espacio Europeo de Educación Superior, “deberían preparar a los maestros y maestras de Infantil para intervenir en el conjunto de la etapa –0-6 años–, dotándoles de una formación teórico-práctica que les permita estar en cualquiera de los dos ciclos. Parece que la formación en Grados será de cuatro años, y que habrá un Grado para la Educación Infantil. Lo que sí es importante es ampliar las horas de prácticas que se dirijan a ambos ciclos, que conlleven un seguimiento individualizado del alumnado y una reflexión sobre la práctica realizada. Un enfoque más experiencial, como parece que el mandato de Bolonia propone metodológicamente para toda Europa”, explica esta profesora.

“LA INFANCIA, TAMBIÉN LA DE 0 A 3 AÑOS, RECLAMA SER RECONOCIDA” Irene Balaguer, Directora de la revista Infancia: educar de 0 a 6 años

¿Qué debemos entender por educación en la etapa 0-3 años?
La educación de los más pequeños no difiere del que podamos tener para otras edades. La educación es acompañar una libertad emergente, un proceso que se basa en una imagen positiva de la infancia desde el nacimiento, como personas con un extraordinario potencial que son competentes para aprender, escuchar y comunicar. La infancia, también la de 0 a 3 años, reclama ser reconocida por la sociedad como protagonista y sujeto de derechos .

¿Qué contenidos deben contemplarse para favorecer el desarrollo integral del niño?
Las actividades deben ser las que demanda una educación que ofrezca la posibilidad de conocer a las personas y las cosas del entorno, a relacionarse con ellas, a formularse preguntas, a descubrir, a relacionarse con sus compañeros, a comer, a limpiarse autónomamente, o aprender a decidir y convivir con otras personas. Y es a través del juego como las niñas y los niños aprenden a organizar el mundo, dominan los roles y las situaciones.

Los expertos señalan que la atención a estas edades es esencial para la futura formación.
La evolución de las neurociencias permite visualizar el excepcional desarrollo cerebral de este periodo, el más importante de la vida. Es la edad en la que más rápido se aprende, capacidad que se minimizaría si se instrumentalizara para “el futuro”, sea éste académico o de otro orden.

¿Qué tipo de profesionales han de hacerse cargo de la educación en el ciclo 0-3 ?
Los mejores profesionales, los más preparados y entusiastas... Deberían ser, como mínimo, maestros formados para afrontar los retos de estas edades. Se requieren además centros pequeños, grupos reducidos y una relación personalizada. Es el único modo de garantizar que cada niña y cada niño desarrolle sus potencialidades.

La apuesta del Plan Educa3

Su objetivo es atender las necesidades de las familias, conciliar la vida personal y laboral, y responder a la creciente demanda de escolarizar a los niños de entre 0 y 3 años. El Plan Educa3, puesto en marcha por el Gobierno, supondrá una inversión de 1.087 millones de euros hasta 2012, financiado al 50% entre la Administración Central y las CC.AA. Se quieren alcanzar 300.000 nuevas plazas de Educación Infantil a estas edades, lo que se traduce en un fuerte impulso al empleo asociado al sector, ya que será necesario un elevado número de profesionales –unos 25.000–, maestros y técnicos superiores en Educación Infantil.

Según la secretaria de Estado de Educación, Eva Almunia, “la escolarización temprana necesitaba un fuerte impulso para satisfacer la demanda social de plazas en este ciclo, pero también está demostrado que la atención educativa infantil es esencial para la formación de nuestros niños”.

La intención es poner en marcha una red de centros que ofrezca condiciones de “calidad” y “equidad”, tanto en lo que se refiere a las instalaciones, como a las titulaciones de los profesionales de atención directa a los niños de hasta 3 años. Esto supone que los espacios deberán diseñarse y organizarse “con intención educativa”, es decir, serán espacios diferenciados según edades y reunirán las adecuadas condiciones higiénicas, acústicas, de habitabilidad, de seguridad y de accesibilidad.

Educa3 aumentará la oferta de ciclos formativos de técnico superior en Educación Infantil. También se quiere reconocer la formación de personas con experiencia, para lo que se realizarán ofertas formativas específicas presenciales y a distancia.

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