lunes, 8 de enero de 2007

Cuánto nos gustaría leer esto.

La Conferencia Episcopal Española declara:

A setenta años del inicio de la guerra civil la Iglesia Española pretende hacer su aportación al loable intento que desde la sociedad española se está haciendo por honrar a la parte olvidada de las víctimas de aquel conflicto sinsentido. La perspectiva de la historia nos hace relativizar algunas de las declaraciones que expresadas por responsables de la Iglesia Española exacerbaron una visión escindida de la sociedad que llevó a utilizar el ideal evangélico para justificar la muerte y el exilio de muchos españoles.

La perspectiva de la historia también nos lleva a condenar el silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica que lejos de invocar los principios del amor al prójimo y del perdón para reestablecer unas condiciones de reconciliación y de justicia social en el más breve periodo de tiempo se benefició de su vinculación con el régimen dictatorial de Franco para imponer a toda la sociedad una visión de la religión católica fundamentalista y, en muchos casos, contraria a los dictados de Dios.

Reconocemos que situaciones de nuestra sociedad que siguen siendo motivos de enfrentamiento como el peso de la enseñanza patrocinada por ordenes religiosas o el lugar y la forma para la transmisión de la tradición religiosa a las nuevas generaciones tienen su origen en esta connivencia.

Queremos honrar a todos aquellos católicos de a pié que desde su coherencia personal trabajaron por el restablecimiento de la democracia creando puentes entre españoles, muchas veces ante la incomprensión de quienes en aquellos momentos dirigían la Iglesia. En este aspecto muchos no católicos dieron una lección más acorde con las enseñanzas del Evangelio.

Somos conscientes de que la creencia en el mensaje liberador de Jesús de Nazaret sólo puede surgir de la libre adhesión de las personas razón por la que nos comprometemos a dedicar nuestros esfuerzos a transmitir a nuestros fieles nuestro arrepentimiento y nuestro deseo de concordia, restablecimiento de la verdad y de justicia. Un deseo que se expresará dentro de los muros de nuestras parroquias pero también fuera, restituyendo el principio evangélico del amor fraterno en cientos de pueblos de España