La protesta contra las medidas ultraliberales y privatizadoras heredadas de la dictadura
Las imágenes de las protestas organizadas por los estudiantes chilenos ocupan un importante espacio en periódicos y telediarios, pero las reivindicaciones no siempre quedan claras.
Chile es uno de los países del mundo con uno de los principales porcentajes de educación privada (45% concertada y 8% sin concertar), una privatización llevada a cabo durante la dictadura de Pinochet mediante la municipalización de la educación al amparo de las propuestas ultraliberales de Milton Friedman y la escuela de Chicago (que tomaron Chile como plácido campo de experimentación). No es extraño que uno de los lemas más repetidos sea "se va a acabar la educación de Pinochet". 100.000 chilenos piden acabar con el sistema educativo de Pinochet.
Las exigencias, según Página 7, son:
• Desmunicipalización de la educación pública y que pase a ser controlada por el Estado de manera descentralizada.
• Fin del lucro en establecimientos educacionales que reciben recursos del Estado como universidades, institutos profesionales, centros de formación técnica y también colegios y liceos que tienen subsidios.
• Reducción de las desigualdades en los institutos públicos, y cortar las deudas con las que quedan los universitarios al culminar sus carreras.
Para conocer como fue el proceso de privatización ver el informe La privatización de la educación en Chile (2003)
Más información sobre el conflicto y su evolución en la web de Internacional de la Educación en América Latina y en wikipedia.
El peso de la reforma educativa en Chile
Una reforma educativa, como la que exigen profesores y estudiantes, supondría para el Gobierno chileno elevar considerablemente los impuestos a las empresas del cobre y a otras grandes compañías, “un hecho que tendría para la administración Piñera un costo político difícil de digerir” opina el analista Jacobo Winer, en Radio Francia Internacional.
El diputado y jefe de bancada del oficialista Renovación Nacional, Cristián Monckeberg, admitió que las tasas de interés para los créditos universitarios son muy altas, incluso “más altas que la tasa de interés de créditos hipotecarios. Lo peor de todo es que hay una diferencia y una desigualdad tremenda, respecto de los créditos de universidades tradicionales que tienen tasas más razonables que las privadas”, señala. Pero al mismo tiempo admite que “pensar en educación gratis es absolutamente imposible, y si no imposible es muy difícil de lograr hoy día en Chile”, dijo a Prensa Latina.
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