La financiación de la educación ha de seguir siendo mayoritariamente pública, el Estado ha de garantizar con ella el principio básico de igualdad de oportunidades, hoy más amenazado que antes de la crisis, pero…
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RAFAEL RICOY |
De esta recesión saldremos —no hay mal que 100 años dure— y, aunque la intensidad del crecimiento sea menor que el registrado en la década que concluyó en 2008, deberíamos aspirar a que su naturaleza, su composición en todo caso, sea mejor. Se trata de conseguir un patrón de crecimiento más diversificado, que disponga de una mayor intensidad en conocimiento: en ventajas competitivas menos vulnerables y generadoras de empleos de mayor calidad. Ello nos remite necesariamente a la educación, fundamento de las dotaciones de capital humano sin las cuales las economías no prosperan: no garantizan la generación de ganancias de productividad necesarias para que la renta por habitante crezca de forma sostenida. Educación, investigación e innovación son los vértices de ese “triángulo del conocimiento”, en cuya interacción se fundamenta la estrategia europea para un crecimiento inteligente, para la transición a una sociedad basada en el conocimiento.
Lee este buen análisis sobre la enseñanza universitaria en
El País.
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