Se suele afirmar que la mayoría de los que hoy somos mayores nos educamos en clases con unos cuarenta alumnos y que, entonces, aprendíamos más. Es decir, más que los niños actuales con ratios por aula teóricas de 25 en primaria y 30 en secundaria. Con esta afirmación se suele justificar la extendida práctica de que colegios privados y públicos superen las ratios legales. De todos modos…
De todos modos, si echamos un vistazo en Internet al informe ““Reducing Class Size: What Do We Know?” elaborado por la Secretaría de Estado de Educación de EEUU (su Ministerio de Educación) que resume la investigación sobre la incidencia de varios proyectos experimentales de reducción de las ratios sobre el rendimiento académico y sobre el clima escolar veremos las siguientes conclusiones.
Se han encontrado significativos efectos positivos de la reducción de la ratio cuando:
a) ésta se sitúa entre 15 y 20 (y de ahí hacia abajo mejor todavía)
b) cuando esta reducción se realiza en los primeros cursos (hasta cuarto de primaria),
c) son los alumnos más desfavorecidos social y económicamente los que más se benefician de clases más pequeñas.
Cuanto más reducida es la clase más difícil es escaparse a la influencia positiva de las situaciones de aprendizaje ya que se dispone de una atención más individualizada por parte del profesor que puede dedicar más tiempo a cada alumno y, por lo tanto, de una mejor situación para atender a la diversidad de los alumnos.
También aumenta el espacio físico disponible, se reduce el nivel de ruido, disminuyen las posibilidades de distracción y se produce una mejora de la gestión del aula.
Esta mejora del ambiente también tiene una incidencia positiva sobre los resultados académicos.
Parecen verdades de Perogrullo, pero por lo visto hay que recordárselo a los consejeros que sucesivamente desgobiernan nuestra Comunidad.
En ningún sitio de España se está aplicando una política educativa tan ignorante, rancia, insolidaria y clasista socialmente como en la Comunidad de Madrid.
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