¿Qué tal si evaluamos los aspectos estructurales y los procesos?
"La gráfica muestra las diferentes tasas de retorno (rentabilidad) de una inversión constante a través de los diferentes niveles educativos. Invertir en educación infantil consigue un alta rentabilidad, sobre todo en el caso de los niños desfavorecidos, mientras que invertir en formación y aprendizaje permanente (LLL) consigue un rendimiento positivo pero menor que el de etapas educativas anteriores. Los estudiantes de entornos desfavorecidos se benefician más de las inversiones en las primeras etapas educativas, mientras que los estudiantes socialmente acomodados se benefician más de inversiones en etapas posteriores.
Fuentes: Cunha, F. y J. Heckman (2007), "La evolución de la desigualdad, la heterogeneidad y la incertidumbre en los ingresos laborales en la economía de EE.UU.", NBER Working Paper No. 13526, Oficina Nacional de Investigaciones Económicas, Cambridge. www.nber.org/papers/w13526; Cunha, F. y J. Heckman, (2008), la tecnología para la formación de habilidades. Presentación www.earlychildhoodrc.org/events/presentations/cunha.pdf; Woessmann, L. (2008) "Eficiencia y equidad de la educación y las políticas europeas de formación", Int Tax Public Finance Vol., 15, No. 1, pp 199-230."
¿Hace falta explicar que cuanto antes se mide a los niños más se miden sus entornos familiares y menos la aportación compensador de la escuela?
Si sabemos que existen aspectos estructurales claves para la calidad como el número de niños por adulto, el tamaño del grupo y la formación del profesorado, y vemos la impresentable realidad que viven nuestros niños de infantil ¡cómo dedicar ni un segundo a evaluar niños! Salvo que te llames Maléfica y hayas pronunciado una maldición contra la infancia.
Fuente: Equity and Quality in Education. OCDE p.27
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