Ágora-Alcorcón. Enero-Febrero de 2015. Página 14
Quizá una de las decisiones más difíciles a las que se tiene enfrentar un padre o una madre llega a la hora de elegir centro escolar para sus hijos. En el deseo de asegurar siempre lo mejor para nuestros retoños y darles herramientas válidas para su futuro la responsabilidad de elegir un buen centro escolar es capital.
No cabe duda de que una de las aptitudes que se han revelado fundamentales hoy en día en el mercado laboral es el hecho de dominar una segunda, o tercera, lengua y por esta razón la "moda" del bilingüismo se ha instaurado en nuestra Comunidad. Lo que empezó siendo un elemento de distinción en colegios privados denominados de élite, se fue extendiendo, primero de manera experimental, a los centros públicos, siendo Esperanza Aguirre la gran defensora de este modelo de enseñanza. No deja de resultar paradójico que fuese precisamente Aguirre, tan enemiga de todo lo que huela a “populismo”, quien abanderase el sistema de colegios bilingües de la Comunidad, medida populista donde las haya.
¿Y por que afirmamos esto? Porque estamos convencidos como padres, de que el modelo sólo ha servido para tapar las grandes lagunas que sufre nuestro sistema educativo. Nuestros colegios, en muchos casos distan ser buenos por falta de recursos pero eso si nuestros niños estudian en inglés, ¿eh? El hecho de que desde la Consejería de Educación nos hayan vendido la moto de que nuestros hijos terminarán la Primaria casi siendo bilingües en inglés ha sido abrazado por muchas familias en el convencimiento de que esto será lo mejor para sus hijos en un futuro.
Sin embargo, el modelo está mal parido –y perdónenos la expresión– desde el principio. Hasta el momento sólo aquellos colegios que empezaron con el modelo de manera experimental –y por tanto llevan más de diez anos impartiéndolo– gozan de buena salud, educativamente hablando. El resto, los de nuevo cuño bilingüe, están demostrando que cuentan con alumnos a los que cuesta mucho seguir las materias impartidas en la segunda lengua.
Los alumnos que no han empezado desde Infantil con este sistema tienen lagunas de vocabulario y comprensión importantes en inglés. Es lógico. ¿Creéis que es fácil que un niño de ocho anos entienda un proceso como la fotosíntesis explicado en ingles? ¿Sabrías decirme como se dice en inglés "condensación", “tormenta”, "estratosfera", “savia"? Tenemos, pues, alumnos que llegan a Secundaria sin haber adquirido los conocimientos mínimos en las materias impartidas en la segunda lengua y que, para mas inri, tampoco tienen destrezas para comunicarse bien en inglés.
Y de aquí pasamos al asunto del profesorado. No es un secreto que los docentes están siendo presionados para adaptarse a este modelo y ellos son los primeros que deben tener un conocimiento perfecto de la lengua para poder impartir la materia en inglés. Y el problema viene cuando hay docentes, que incluso estando muy motivados, deben aprender a dar clase en una segunda lengua en cuestión de meses y, en muchos casos, sin ni siquiera haber vivido en un país angloparlante. Sin contar, que este esfuerzo es a costa de su tiempo y, en muchos casos, de su dinero, ya que se ven forzados a pagarse de su bolsillo cursos extra o estancias en países angloparlantes durante sus vacaciones.
Estas son sólo algunas razones por las que nosotros hemos elegido un modelo no bilingüe para nuestros hijos, pese a la incredulidad de algunos. Porque, pese a lo que nos quieran vender nuestros políticos en las inauguraciones de nuevos centros –ya todos son bilingües por “imperativo legal”–, en los colegios no se enseña en inglés, se enseña inglés. Y ahí está el quid de la cuestión.
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