sábado, 16 de junio de 2012

El hundimiento del Titanic educativo*

* Éste es un editorial común a las revistas Guix, Elements d’Acció Educativa y Aula de Innovación Educativa ante las últimas decisiones que están tomando los Gobiernos en materia de educación.

Durante las últimas décadas se ha ido construyendo un sistema educativo que iba asegurando la calidad y la equidad de los que accedían al mismo. Se estaba formando un Titanic educativo (con el esfuerzo de las administraciones, y más aún del profesorado) que ha ayudado al país a escolarizar a toda la población y a dar garantías de un futuro mejor. Hasta ahora. Una de las recientes justificaciones para disminuir el presupuesto educativo es argumentar que los recortes que los diversos Gobiernos plantean no repercutirán en la calidad de la enseñanza. Es cierto que los políticos nos tienen acostumbrados a decir cosas sin asesorarse o comprobar si son ciertas o no, sin rigor, pero lo que realmente nos llama la atención es que ellos y sus seguidores políticos piensen que sus palabras son ciertas y que la ciudadanía también lo cree así. Y eso sirve tanto para el Gobierno central como para aquellas autonomías que quieren ser la primera de la clase en recortes, y ya lo son y con creces.
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No queremos aportar datos acerca de los recortes educativos, basta con echar una ojeada a los periódicos de cada día; tampoco queremos abordar la poca inversión en educación –que, por cierto, va disminuyendo– o citar cifras que aparecen ya en todos los medios de comunicación. Lo que queremos es argumentar que recortar plazas de profesorado, aumentar alumnos por aula, aumentar trabajo del profesorado y reducir su sueldo, recortar especialistas, disminuir la inversión en comedores, becas, transportes y servicios educativos, reducir casi al cero la formación docente... y todas las posibles repercusiones que aparecen cuando no se invierte en educación provocará un descenso en la calidad de la enseñanza, y eso tendrá consecuencias en la igualdad y la equidad. Pensar lo contrario significa que hasta ahora todo lo invertido era excesivo y se hacía porque sí o para contentar al profesorado, y no para situar a la educación en el lugar que se merece en el siglo XXI. O los políticos se creen sus verdades, lo que plantea un problema político al tomar decisiones, o piensan que toda la población es ingenua, aspecto que, por cierto, dan muchas veces por sentado las políticas conservadoras cuando analizan la realidad.
Ya la OCDE, ese organismo en el que los políticos sustentan a veces sus diatribas contra el profesorado cuando les interesa, dice que la calidad es asegurar a todos los jóvenes la adquisición de los conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes necesarias para prepararlos para la vida adulta. Y que para hacerlo hay que invertir en educación. ¿Se podrá hacer como hasta ahora?

Y no sólo los informes internacionales, sino todos los expertos en educación (excepto, parece ser, aquellos que asesoran a algunos políticos que mandan) coinciden en que, para aumentar la calidad en la enseñanza, hay diversos elementos indispensables. Uno de estos elementos son los recursos materiales disponibles, que ahora quedan cada vez más recortados. Otro son los recursos humanos, es decir, el profesorado (cada vez más castigado y desmotivado), que ha de tener una formación adecuada y un compromiso y una dedicación, además de tener una ratio alumnos/profesor que le permita individualizar la enseñanza. Otro elemento es el equipo directivo y su gestión, que queda tocado con los recortes, ya que no puede ejercer bien su labor. Y, finalmente, las cuestiones pedagógicas, como el tratamiento de la diversidad del alumnado, tener recursos educativos, etc. ¿Por qué no nos dejan hacer nuestro trabajo con aquella autonomía que pregonaban en sus proyectos políticos? Ya sabemos que son tiempos difíciles, pero lo están poniendo peor para la educación.

¿De verdad piensan los políticos que gobiernan, y todos aquellos que les acompañan y les glosan, que los recortes no tendrán efectos en las escuelas, institutos y universidades? Ya sabemos que los políticos pasan, y muchas veces sin pedirles responsabilidades, pero la educación de los ciudadanos y ciudadanas pervive en las personas durante muchos años. Serán unos políticos inolvidables, al igual que sus políticas más economicistas que educativas. ¿Por qué casi siempre nos gobiernan en educación personas que no conocen lo que ocurre o que nos engañan? Del Titanic vamos a pasar a la patera. ¿Podemos detenerles?

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