Inger, ¡pero bueno!, ¿otra vez tú?
Alfa y Omega, el suplemento de la conferencia episcopal que el diario «abc» inserta semanalmente, ofrece cuatro propuestas "imprescindibles", elaboradas por otros tantos "expertos", que el titular de Educación no debería obviar, si desea elaborar una buena legislación educativa.
De entre los expertos nos ha llamado la atención la presencia de la "experta sueca, analista internacional", Inger Enkvist, que últimamente goza de una gran proyección pública por razones "delibentes", que no por su formación o currículo.
La amiga de Alicia Delibes traza un sorprendente retrato de los problemas del sistema educativo español. Los dos primeros puntos, la perversa influencia de los "pedagogos" y la pérdida de autoridad del profesor, se los adjudica al conjunto de países occidentales. Resalta en nuestro caso (el de España) la supuesta cortina de humo de la demoniaca educación para la ciudadanía y la discordia social(?) por el concierto de los colegios privados. Sin solución de continuidad acaba citando las medidas que los liberales suecos de Alianza por Suecia implantan con una eficacia probada ¡desde hace tres años y medio!
El análisis que hace de nuestro sistema educativo más que visto desde el extranjero, parecería visto desde el otro extremo de la galaxia, o desde el mismo centro de la lagarterana faes. Ya sabe esta "experta". Cuando quiera un debate para poner los puntos sobre las ies allí estaremos, si decide salir de la incubadora mediática de la derecha.
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Una agenda, no un Pacto
Vistos desde el extranjero, los problemas que podría tener España en el campo de la educación podrían ser: Uno: Haber confiado demasiado en la nueva pedagogía. Hay menos enseñanza sistemática y menos control de los conocimientos obtenidos. Junto con eso, ha habido una disminución de la autoridad del profesor. Dos: Resultados decepcionantes en las comparaciones nacionales e internacionales. Tres: La entrega a las Comunidades Autónomas de gran parte del poder de decisión sobre la educación, lo que ha llevado a una falta de cohesión y de metas en común. Cuatro: Discordia alrededor de los colegios concertados y Educación para la ciudadanía.
De estos puntos, los dos primeros afectan más o menos a casi todos los países occidentales. Son muchos los países que se sienten engañados por los pedagogos, y todos, sin excepción, quisieran mejorar sus resultados educativos. España, además, se permite el lujo de dos problemas adicionales que quitan fuerza al esfuerzo de mejorar la educación. Desde fuera, el debate alrededor de Educación para la ciudadanía y de los colegios concertados parece una maniobra pensada para desviar la atención de los ciudadanos de los problemas de la calidad de la educación pública.
En Suecia, la mejora de la educación es uno de los temas más candentes en el debate político, y el ministro ha sido muy activo durante los tres años y medio que lleva en el cargo. Lo que propone no es un pacto, sino una batería de nuevas leyes: una nueva formación docente con más exigencias; un certificado docente válido para ciertas materias y para alumnos de cierta edad; un nuevo sistema de notas; un nuevo Bachillerato y una Formación Profesional con opciones más diferenciadas; un nivel mínimo más alto para pasar de la ESO al Bachillerato o a la Formación Profesional; un tipo de reválida de la ESO y de Bachillerato teórico; una nueva ley de ordenamiento jurídico escolar; y unas escuelas piloto de alta calidad en diferentes materias.
Si esto ha sido necesario en un país con menos habitantes y una situación política menos complicada que la española, sorprende que alguien piense que se pueda organizar un pacto educativo en España en unos pocos meses. Lo que se puede pactar podría ser una agenda para ir mejorando punto por punto los diferentes factores que influyen en la calidad educativa. Habrá que lidiar con grupos de presión muy fuertes, como los sindicatos y las Comunidades Autónomas.
¿Hay un consenso para hacer esto, que es necesario pero políticamente muy ingrato?
Inger Enkvist. Profesora, pedagoga y analista educativa internacional.
Fuente: alfa y omega nº 675
1 comentario:
¡¡qué horror!
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