Sin ningún rubor, Esperanza Aguirre ha manifestado: “La única respuesta capaz de explicar aquella rebelión popular es aceptar que los españoles de 1808 tenían plena conciencia de que España era una realidad histórica… de la que se sentían dueños”.
Esto es una solemne tontería. Y no empleo una expresión manida, es que eso es una tontería que se suele afirmar de manera solemne… ¿pero qué “conciencia de nación” ni qué monsergas? La única conciencia de aquella pobre gente era aliviarse del frío en invierno y del hambre durante todo el año. Por cierto ningún señorón o señorona de abolengo (los que se llenan la boca de “nación” y “patria”) fue fusilado los siguientes días.
Fuente: gvidalmanzanares@gmail.com
Aunque no resulta extraño que algunos defiendan el 2 de mayo. Si España se hubiera afrancesado, habría sido una nación laica, culta, desarrollada e ilustrada y quienes insultan a pobres mujeres víctimas del terrorismo lo más que conseguirían es una plaza de reponedores en Alcampo.
Resulta, por otra parte, patético que un pueblo se subleve para traer al abominable Fernando VII (el “rey de las tres efes”: felón, fofo y feo) pero que permanezca impasible frente a la invasión de Los cien mil hijos de San Luis que restablecía la tiranía.
Seamos sinceros, el 2 de mayo no debe ser una fecha para celebrar sino para llorar. Imaginar lo que pudo ser un siglo XIX español bajo la Ilustración y el progreso y contemplar, por el contrario, cómo discurrió nuestra historia es para inyectarse Prozac en vena…
… José Bonaparte intentó desterrar el hambre de las tripas de los españoles y la superstición de sus mentes. A cambio, se le motejaba como “rey pepino” o “Pepe botella”; era abstemio y se le injuriaba de borracho; construyó espacios abiertos para disfrute de los madrileños y le insultaban como “el rey plazuelas”… y mal que le pese a la caverna, la primera Carta Magna en España que consagra “las libertades del pueblo” es el Estatuto de Bayona, obra del francés.
Así, no entiendo qué se celebra con la casposa sublevación del 2 de mayo salvo el retorno de la Inquisición restaurada por el rey felón, las guerras carlistas, el “vuelva usted mañana”, la educación religiosa retorciendo espíritus y castrando cerebros, los cuartelazos, las guerras absurdas en África donde blanquearon al sol los esqueletos de infelices que no podían pagar la exención a filas… “celebramos” también las hambrunas en el campo andaluz donde se sacaba un santo de escayola pidiendo lluvia en vez de aplicar los planes agrícolas franceses… “conmemoramos” también el analfabetismo del 70% de los hombres y de casi todas las mujeres, el ridículo contra la armada norteamericana en Cuba y Cavite, los consejos de la demente Sor Patrocinio a reyes y gobernantes, la presión de la iglesia hasta asfixiar cualquier soplo de modernidad en la enseñanza y en la vida pública, tarados haciendo el ganso en Montejurra, el amañado “gobierno por turnos”…
… Todo eso y más acarreó la expulsión de los franceses. Muy distinta hubiera sido una España laica y avanzada, preocupada por la ciencia, la industria y la economía y guiada por la razón. Contra todo eso, inconscientemente, se sublevaron muchos españoles el 2 de mayo de 1808.
Por ello poco hay que celebrar. Conmigo que no cuenten.
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