Ocurrencias, mentiras y medias verdades
Algunas de las ocurrencias, creencias y opiniones que Alicia Delibes ha tenido a bien firmar. Difúndelo. Puedes bajarlo en formato pdf haciendo clic aquí.
Sus escritos
Dos de los libros editados por Unison, “La secta pedagógica” de Mercedes Ruiz Paz y "La gran estafa" escrito por Alicia Delibes cuando ya era Directora General de Ordenación Académica de la Consejería de Educación, son muy reveladores para entender las opiniones y medidas adoptadas por la actual Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid durante estos cinco años de gobierno.
Según Alicia Delibes y Mercedes Ruiz habría una gigantesca conspiración, desde los años 60, (aunque sus inicios se remontarían a la mitad del siglo XIX) llevada a cabo por la izquierda para bajar el nivel cultural de la juventud y, como consecuencia, hacerse con el control de la sociedad.
Esta conspiración que tendría por bandera el “igualitarismo” sería la responsable de la bajada de nivel de la enseñanza y del aumento de la “indisciplina” en las aulas.
Contra la psicología
En esta conspiración, que se produce en todo el mundo, incluida España, entrarían pedagogos, psicopedagogos, profesorado de infantil, de primaria, inspectores, los sindicatos, la UNESCO y ¡hasta la OCDE!.
Pues bien, el conjunto de opiniones vertidas en ambos libros se sitúan al otro lado de las ciencias sociales y de cualquier rigor científico o estadística, sobran las notas y la bibliografía, sobran los datos y basta con opiniones, anécdotas y chascarrilos, porque lo que importa es la condena sin paliativos de la comprensividad, de la didáctica y de las medidas de compensación de las desigualdades.
La orientación psicopedagógica queda descalificada porque se considera un pretexto para que los profesionales de la psicología tengan trabajo en la enseñanza.
La baja formación de los maestros y maestras de primaria e infantil sería la razón fundamental para que este profesorado hubiera puesta en práctica medidas innovadoras en esta etapa educativa tras haber sido abducidos en los cursos de Formación que les habrían hecho entregarse a la Reforma con una credulidad total.
No pueden extrañarnos, pues, medidas como la del desmantelamiento de los Centros de Apoyo al Profesorado y de los Equipos de Orientación Generales así como la amenaza sobre los Equipos de Atención temprana. Ni tampoco el currículo contra la dignidad profesional del profesorado y el alumnado de infantil aprobado por la Comunidad de Madrid.
Contra la escuela pública
Además de la descalificación de todo lo que no son sus postulados antropológicos y pseudo pedagógicos, podemos encontrar en estos textos el auténtico programa que guía las actuaciones de la actual Consejería de Educación y las verdaderas razones que han llevado a los representantes de este pensamiento a buscar pseudoargumentos para lograr sus fines:
“promover la hegemonía de la escuela privada (católica en su mayoría) dejando la escuela pública como gueto para pobres e inmigrantes en una alianza perversa entre católicos y privatizadores”.
Por ejemplo Delibes, en una columna titulada “A vueltas con la calidad de la enseñanza” (09/05/2002) define así Colegio de calidad:
“colegio privado con buenos profesores, mayor o menor nivel de exigencia, que se haga deporte, que se aprenda bien inglés, que se imparta, o no, una enseñanza religiosa, etc”
Esta campaña contra la escuela pública envuelta en el engañoso argumento de “la libertad de elección de centro” se evidenció ya cuando el consejero Luis Peral, hablando por boca de Alicia Delibes, en la Comisión Conjunta de Educación y Juventud el 17 de diciembre de 2003, afirmó que:
“la Consejería de Educación apoyará esta libertad de elección, garantizando que los padres que lo deseen puedan llevar libremente a sus hijos a un colegio concertado, evitando que la desigualdad de oportunidades de aquellas familias con menores recursos económicos les conduzca inevitablemente a no tener otra opción que optar por la escuela pública”.
De lo que se deduce que la única forma de asegurar dicha “libertad de elección de centro” es disponer de tantas plazas privadas como públicas para que cualquier familia pueda “elegir” (claro que no se trata de elegir el centro que se quiere, algo materialmente imposible, sino el no ir a la escuela pública y que los ciudadanos te paguen dicha elección).
En un segundo paso, podemos suponer que, puesto que hay un importante número de familias que eligen la privada, la Consejería se ahorrará la inversión en la pública, lo que ya está sucediendo en muchos municipios o barrios como el Ensanche de Vallecas (que ya tenía su colegio concertado antes siquiera de que estuviera previsto un colegio público), en los que se está cediendo suelo público para este tipo de escuela privada.
Costaba imaginar que la propia Consejería se atreviera privatizar un centro suyo, pero la privatización del CEIP Miguel Ángel Blanco muestra hasta donde están dispuestos a llegar.
Mientras se dedican más fondos a la privada que va acogiendo más alumnos, simultáneamente se deja sin recursos el esfuerzo de los niños que tienen menos medios y de los y las profesionales que los y las atienden.
Contra una evaluación rigurosa.
La Consejería también decidió no aplicar la prueba Pisa de la OCDE; según dijeron, por motivos económicos y porque ya hacen sus propias pruebas, (una decisión que acaban de corregir en mayo de 2008).
Pero si queremos saber el argumento real para no participar en PISA basta buscar en internet “Alicia Delibes” y “PISA” y nos sale una columna de febrero del 2005 en Libertad Digital donde aparece la justificación, de nuevo basada en argumentos antipedagógicos, criticando la prueba por compleja y controlada por los expertos en estadística, mientras que ellos defienden pruebas “sencillas”:
“Más bien diría yo que las administraciones del Reino Unido rechazan intencionadamente esas complejas y modernas evaluaciones que informan sobre los resultados colectivos, porque, en orden a la mejora de los resultados académicos, confían más en la sencillez y simpleza de unas pruebas individualizadas de formato más tradicional.”
Elevado argumento para toda una licenciada en exactas, no nos queda sino preguntarnos ¿qué hizo Alicia durante la carrera?.
Así es que no sólo están en contra de la didáctica sino que también lo están contra la estadística, contra las variables relacionales, las desviaciones típicas, las modas y las medianas como demuestra la inconsistencia estadística de la famosa prueba de sexto que han pasado en tres ocasiones a los niños madrileños "manu militari" y ahora a los de tercero de ESO.
Habría que recordarle a Alicia Delibes que, a pesar de su lícito deseo de “simpleza”, por emplear sus mismas palabras, sus planteamientos eran ilegales, incluso respecto a la propia LOCE; en el artículo 97.2 se establece, para las Administraciones educativas, la obligatoriedad de participar, no sólo en las evaluaciones generales de diagnóstico, sino también “...en las evaluaciones internacionales en las que tome parte el Estado Español”.
Contra toda evidencia
No sabe o no quieren darse por enterada de que el país del mundo con mejores resultados en el mencionado informe es Finlandia, un país donde la enseñanza privada no existe apenas y en el que sus escuelas son un modelo de enseñanza individualizada y de participación, con una pedagogía claramente moderna.
Frente a su crítica obsesiva al “igualitarismo progresista”, Finlandia demuestra que un sistema puede compensar las desigualdades promoviendo la equidad a la vez que fomenta la excelencia consiguiendo un mayor porcentaje de alumnos y alumnas con puntuaciones excelentes.
Para ello apuesta por la mejor formación y consideración del profesorado de todos y cada uno de los niveles educativos.
Seguro que desearían no saber que la “libertad de elección de centro” es una falacia que no se aplica en la educación primaria ni siquiera en países tan “liberales” como EEUU y que en los países de la OCDE sólo contemplamos en Chile, después de pasar bajo la dictadura de Pinochet y los “chicago boys” del economista Milton Friedman.
Alicia, es fiel representante de la derecha de este país, que ha tenido la costumbre de negar la realidad cuando esta no se amolda a sus expectativas y bajo su discurso de liberal se encuentra una decidida apuesta por dar más a los que más tienen (en la enseñanza, en la ley de sucesiones, en el reparto de las televisiones, o en la sanidad…).
Si para ello hay que deslegitimar la pedagogía, la didáctica, la escuela pública o al informe Pisa, se hace y punto.
Acabemos, de momento
Este es un trabajo en proceso, seguiremos analizando sus pensa-mientos, parte indispensable de la lucha por parar la guerra contra la educación de la Consejería.
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