… porque a día de hoy hay voluntad política"
Inquilino desde hace ocho meses del Ministerio de Educación, el profesor Angel Gabilondo presume de que, cuando tres discuten, tiene oídos para fijarse en las cosas en las que coinciden. Debe de ser verdad esta máxima, porque está en la buena senda para sellar un acuerdo inédito en educación.
Persigue un pacto político por la educación, pero eso no garantiza un acuerdo social.
No creo en un pacto educativo sin el profesorado, las familias, los agentes sociales y las entidades que forman parte de la comunidad educativa. Lo que ocurre es que, al ser la estabilidad normativa una de las preocupaciones del pacto, hay que buscar el acuerdo del PP, de la oposición que aspira a gobernar. Pero sí, un pacto político es insuficiente. Hay una gran demanda social, que es una de las cosas que a mí más me anima, y la voluntad política tiene que estar a la altura de ello.
¿Cuáles son esas siete u ocho cuestiones alrededor de las que usted opina que debería fraguarse el compromiso?
Una es la estabilidad normativa. Nuestra idea no es hacer una nueva ley de educación. Otra cosa es que, como consecuencia del pacto, haya que introducir algunas modificaciones en las leyes. La educación infantil hasta los 3 años es otro de los grandes retos. Hay que fijar criterios sobre la etapa. La escolarización temprana es garantía de equidad y de identificación de posibles problemas para hacer una enseñanza más inclusiva.
Fuente: El Periódico. Extremadura 14.12.2009. J. Casabella/ A.M. Yagüe
¿Cuáles más?
La formación profesional (FP) debe estar en el corazón de cualquier pacto que se precie. Hay que ir hacia un sistema más integrado con el bachillerato y la universidad. También el conocimiento de idiomas, un tema en el que estamos lejos de lo que cabría esperar de un país como el nuestro. Otro de los asuntos que hay que abordar es el de modificar las formas de enseñar y aprender, que en algunos ámbitos son demasiado convencionales, con nuevas fórmulas de comunicación y participación basadas en las nuevas tecnologías. Donde mejor funciona ese aspecto hay menos problemas de autoridad con los estudiantes. Y sobre la universidad también hemos de pactar.
Cuando se refiere a la FP, el bachillerato y la universidad usted habla de construir un sistema más flexible. ¿De qué manera?
Tenemos un sistema rígido, donde si entras por un camino ya es muy difícil volver atrás. Si fracasas en la FP, o la dejas porque has a ido trabajar y después quieres regresar, el retorno no es fácil. Si haces tres años de Derecho y abandonas, son tres años perdidos. Habría que acreditar esa formación y la actividad profesional hecha, que tuviera reconocimiento oficial y que, con complementos de formación, el estudiante se pudiera mover en cualquier dirección. Estamos ya viendo a gente que ha hecho una carrera universitaria y que después cursa módulos de FP para mejorar su inserción laboral. También creo que hay que promover el mayor tiempo de formación posible.
Ir a la escolarización obligatoria hasta los 18 años.
Todos los estudios señalan que cuanta más formación tiene una persona, más posibilidades de inserción laboral y realización personal encuentra. Partiendo de esa convicción, dije que ojalá algún día podamos ampliar la escolarización hasta los 18 años. No digo que ahora se den esas condiciones.
Hay quien dice que ampliar la escolarización no haría más que aumentar la cifra de alumnos desmotivados que no quieren estar en el aula.
Una de las claves es que no todos hagan lo mismo. No todos tienen que estar estudiando el sintagma ni ir a clase a escuchar al profesor. Hay muchas maneras. Tampoco hay que pensar que la FP es para los que no tienen capacidad intelectual o pertenecen a familias con pocas posibilidades económicas. Eso no es verdad y es un disparate. Y la FP también sirve para el desarrollo personal.
¿Usted se ve capaz de poner a los partidos políticos de acuerdo sobre esas cuestiones?
He hablado con todos. He hecho el ejercicio de leer los programas educativos de los partidos y he constatado que lo común es más que lo que nos diferencia. Si esgrimimos las diferencias no hay nada que hacer, pero si empezamos a trabajar en aquellos aspectos en que todos tenemos la conciencia de que hay que intervenir, sí.
¿No habría que esperar a ver si la ley orgánica de educación cuaja antes de reformarla?
Estoy de acuerdo, pero dejar cuajar no es esperar a ver cómo cuaja, sino hacerla cuajar. Y eso conlleva pactar las aplicaciones y desarrollos normativos. El pacto que perseguimos es una forma de trabajar que consiste en buscar el mayor consenso posible en todas las decisiones.
¿El pacto es viable?
--Si hay voluntad política es viable. Y a día de hoy tengo confianza en la voluntad política, aunque esa voluntad tenga un punto de la volubilidad que depende de circunstancias que no siempre uno controla del todo. Respecto a los contenidos, se trata de un pacto viable. Y creo que es tal la demanda social que reforzará la voluntad política del que tenga dudas. No estar a la altura de la voluntad de los ciudadanos debería salir políticamente caro.
Los agraciados con la marca de campus de excelencia recibirán pocos recursos si se compara con iniciativas similares en Europa.
La distinción es lo más importante, porque da capacidad para captar fondos y tener credibilidad en determinados entornos. Permite atraer fondos locales, autonómicos, empresariales, tecnológicos. Dentro de cuatro o cinco años nos sorprenderá la financiación que se puede incorporar a las universidades a raíz de este proceso, fondos que en este momento ya superan, a través de una u otra vía, los 600 millones. En pocos años vamos a ver que son un gran motor para cambiar el modelo económico y de desarrollo local y territorial.
Cuando era rector no se cansaba de repetir que la adaptación a Bolonia no podía hacerse a coste cero. Algunos rectores dicen que se ha hecho a coste casi cero.
Queda mucho por hacer. Ahora hay que establecer un modelo de financiación universitaria sostenible que garantice el futuro. Las universidades también tienen que utilizar mejor los recursos y dar cuenta pública de ellos.
¿Cuándo habrá becas salario que tengan una dotación equivalente al salario mínimo interprofesional?
Me gustaría que las hubiera pronto. Quisimos que en el preámbulo de la norma que las creó se hablara de un horizonte, de un número de años para llegar a esa beca salario, pero ante la situación económica difícil por la que atravesamos, Hacienda lógicamente no quiere compromisos. No renunciamos a ello y nos comprometemos a incrementar la dotación año tras año en la línea de acercarnos al salario mínimo.
Cuando tengamos las becas que hay que tener, ¿habrá que aumentar las tasas?
Lo de las becas que hay que tener no ocurrirá un día de estos. Hay que saber que a lo largo de los últimos años se ha hecho un esfuerzo extraordinario. Estamos lejos del lugar europeo en que queremos estar y mientras eso siga así no hay que tocar nada, a pesar de que hoy la mayor parte de lo que cuesta la plaza de un estudiante está financiada por todos los ciudadanos, muchos de los cuales no pueden ir a la universidad.
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