Los niños que pertenecen a sectores sociales en desventaja social son los que más se benefician de un menor número de alumnos por aula
Wert, sociólogo de formación, debería sentir vergüenza cada vez que habla por boca de los sectarios que manejan sus recortes, decisiones, discursos y declaraciones. El hecho de que ciertos informes como McKinsey (p.12) afirmen que no siempre la reducción del número de alumnos por aula es la mejor medida para mejorar los resultados, no permite minimizar la importancia de esta variable y menos frivolizar como ha hecho Wert afirmando que así mejorará la socialización.
Básicamente porque estos estudios a) comparan ratios reducidas con ratios normales típicas de los países de la OCDE nunca con ratios masificadas, b) afirman que sí que hay diferencias en los primeros años de la escuela primaria, c) excluyen las ratios de infantil, que nadie en su sano juicio situaría en nuestras escandalosas cifras y d) no suelen tener en cuenta la complejidad de las aulas en función de la situación de los sistemas (p.ej., los que han apostado por la comprensividad, razón por la que en Finlandia las aulas son de unos 20 alumnos).
Una de las fuentes más citadas de evidencia empírica es el proyecto Tennessee' STAR, una investigación de los años 80 que hemos sacado del muy recomendable estudio de la UNESCO Education for All. The quality imperative. EFA Global Monitoring Report 2005 p.72
La experiencia de los países industrializados está disponible ya desde finales de la década de los 80. El proyecto Tennessee Student-Teacher Achievement Ratio (STAR) fue una investigación experimental a gran escala con asignación aleatoria sobre el impacto del tamaño de clase en el rendimiento de los alumnos. Se hizo un seguimiento a casi 12.000 alumnos desde preescolar (niños de 5 años) hasta tercero de primaria. Las escuelas seleccionadas eran grandes, con al menos tres aulas por nivel. Los alumnos fueron repartidos al azar entre un grupo de tratamiento con clases pequeñas compuestas por entre trece y diecisiete alumnos, y un grupo de control con clases normales de entre veintidós y veinticinco alumnos, con o sin un profesor de apoyo a tiempo completo. Al final de cada año se pasaron a todos los alumnos unas pruebas estandarizadas. Las estimaciones de impacto del proyecto se hicieron sobre la base de las diferencias en las puntuaciones de las pruebas entre los alumnos pertenecientes a los grupos de tratamiento y de control, dentro de cada una de las escuelas de setenta y nueve participantes. (sigue leyendo en el desplegable)
Los resultados muestran que los alumnos en grupos pequeños obtienen mejores resultados que los de las aulas normales y que aquellos en aulas normales con profesores de apoyo. En el aula de 5 años (kindergarten) la diferencia se establece en unos cinco puntos porcentuales. Se amplía a 8,6 puntos en el primer curso de primaria y se queda en cinco o seis puntos en el segundo y tercer grado (Krueger, 1999: 511). Por lo tanto, la mayor parte del impacto se observa después del primer año, y aunque el impacto adicional de los años posteriores sigue siendo positiva, es menor. Finalmente, el impacto tiende a ser mayor para los alumnos que recibían becas de comedor, para los alumnos negros y para los que vivían en el casco antiguo, lo que sugiere que los niños pertenecientes a sectores sociales desfavorecidos se benefician más de reducción de tamaño de las aulas.
Estas diferencias parecen haber continuado a lo largo de la escolarización de los alumnos. Los resultados de los exámenes de los estudiantes negros incluidos en el estudio inicial aumentaron de siete a diez puntos porcentuales desde el kindergarten hasta 3º de primaria, frente a los tres o cuatro puntos porcentuales para los estudiantes blancos. Los resultados de los exámenes en cursos más avanzados, tras el final del experimento, mostraron un aumento de cinco puntos por año para los estudiantes negros y de 1.5 puntos para los estudiantes blancos. La probabilidad de que los alumnos negros se presentaran a los exámenes de ingreso para la universidad también se incrementó mucho más sustancialmente que la de los estudiantes blancos (Krueger y Whitmore, 2002).
Los resultados del proyecto STAR proporcionan pruebas sólidas de que el tamaño del aula afecta el logro en el contexto de un país de renta alta. Esto demuestra que la reducción de número de niños por aula en los primeros años de escuela parece tener efectos a largo plazo, especialmente en términos de reducción de las desigualdades sociales en las puntuaciones de las pruebas y en el acceso a la educación superior. Si esto fuera cierto en general, su aplicación en las aulas de infantil y de primaria podríamos esperar tener mayores resultados que los de aplicar políticas basadas en habilidades cognitivas dirigidas a los adolescentes (Carneiro y Heckman, 2003).
Education for All. The quality imperative. EFA Global Monitoring Report 2005 p.72
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