… el deseo de frenar la extensión de la escolarización obligatoria desde los 14 a los 16 años.
Mientras participaba en las experiencias de aula que se concretaron en la denostada ley orgánica de la educación conocida como la LOGSE, siempre tuve la impresión de que el rechazo no lo producía una pretendida rebaja del nivel del esfuerzo y de los contenidos de las enseñanzas, sino el deseo de frenar la extensión de la escolarización obligatoria desde los 14 a los 16 años.
Es decir, la clara voluntad de no otorgar más oportunidades a los que en ese momento se veían obligados a salir del sistema a una edad muy temprana -la más temprana de los países del entorno-, cuando aún no tenían edad para incorporarse al mundo del trabajo, recogiéndolos en una Formación Profesional de primer grado, desprestigiada, por lo mismo, como un pelotón de los torpes.
El nivel de una educación lo dan los profesores, y estos seguían siendo los mismos que enseñaban en el antiguo plan que tanto se añoraba. Con la LOGSE se redujo el número de alumnos por aula, que pasaron de 40 -en el mejor de los casos- a 30 (elevado a 33 por la ministra Aguirre), se crearon en los Centros los Equipos de Orientación y la atención a alumnos discapacitados o con necesidades especiales entraron en los currículos asignaturas de futuro como la informática o la economía, la enseñanza inicial de las lenguas clásicas salió del letargo y del rechazo de muchos años con la creación de la asignatura de cultura clásica, se dotó de contenido a las tutorías, aparecieron dos niveles de Formación Profesional de cuyo acertado diseño y adaptación a la realidad del mundo del trabajo todavía se disfruta hoy...
Es preciso reconocer que aquello se hizo con un gran esfuerzo, poco compensado, de muchos profesores, y que entonces no se pusieron a su disposición todos los medios que requería llevarlo a buen puerto y, también, que se vio interrumpido y ahogado por el cambio del signo político en los años posteriores, cuando debía haberse desarrollado adecuadamente.
Hoy han caído las caretas y ya no se disfraza aquel rechazo: se dice que hay que recortar la etapa obligatoria y que no todas las fases tienen por qué ser gratuitas. Así ya queda claro.
Cartas al director. El País 22.09.2011resto del post
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