A lo mejor la responsabilidad de quienes tienen a su cargo la parte académica de la educación de los menores españoles consiste en resistirse a la degradación, al abandono, a la precariedad.
La primera reacción del poder contra un sector profesional que se pone díscolo en grupo es siempre la misma. Restarles autoridad por medio del descrédito profesional. Así los profesores, nada más organizar las protestas por los recortes escolares, tuvieron que escuchar que eran unos privilegiados, que disfrutaban de semanas laborables de veinte horas y vacaciones de tres meses. Esa andanada para fomentar el agravio comparativo no funcionó del todo, primero porque era tan mentira como afirmar que un astronauta solo trabaja el tiempo que navega por el espacio; y segundo, porque la pretensión de insolidaridad de los funcionarios por disfrutar de un empleo fijo ya quedó suficientemente descartada con la aceptación general de su reducción de sueldo.
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